lunes, 20 de agosto de 2012

Ángel Rosenblat


Copio un fragmento de El castellano de España y el castellano de América (Taurus, 1970), de Ángel Rosenblat. En él se expone la actitud del purista frente a la diversidad del español.

VISIÓN DEL PURISTA

Si la visión del turista es inocente, pintoresca y hasta divertida, la del purista es más bien terrorífica. No ve por todas partes más que barbarismos, solecismos, idiotismos, galicismos, anglicismos y otros ismos malignos. El purista vive constantemente agazapado, con vocación de cazador, sigue el habla del prójimo con espíritu regañón y sale de pronto armado de una enorme palmeta o, peor aún, de cierto espíritu burlón con presunciones de humorismo. Veamos su modus operandi.

En España (salvo en partes de Andalucía, Extremadura y Murcia) dicen patata, y en América papa; es preciso que los americanos nos amoldemos al uso español. Pero papa es voz indígena, del Impero incaico, y los españoles al adoptarla, después de tenaz resistencia, la confundieron con la batata, también americana, que había penetrado antes, e hicieron patata (como los ingleses potato). ¿Debemos acompañarles en la confusión? Más justo sería que ellos corrigieran sus patatas. Pero Dios nos libre de tamaña pretensión. No parece mal que los españoles tengan sus patatas, con tal que a nosotros no nos falten nuestras papas. ¿Puede una divergencia de este tipo poner en peligro la vida de una lengua? ¿No es signo de riqueza que en España alternen habichuelas, judías y alubias?

Parecido es el caso de los cacahuates mejicanos (de cacáhuatl). En España, por influencia de la terminación -huete de otras palabras (de alcahuete, por ejemplo), los convirtieron en cacahuetes (y aun en cacahués, zacahueses, alcahués o alcahuetes). ¿Quién tiene el derecho de corregir a quién? Pero no nos metamos a correctores, oficio antipático y peligroso, y dejemos que cada uno satisfaga libremente su gusto, al menos en materia de cacahuetes, cacahuetes o maníes.

Las palabras más expuestas a toda clase de deformaciones son los extranjerismos. Del francés chauffeur, Madrid hizo chófer (es también la forma de Puerto Rico, sin duda por una influencia adicional del inglés). En América preferimos en general el chofer, más fieles a la acentuación francesa. ¿No han querido enmendarnos la plana? La Academia, comprensiva al fin, ha acabado por autorizar las dos acentuaciones.

Cosa análoga ha pasado con futbol o fútbol, que de ambos modos puede y suele decirse (Mariano de Cavia, con intención casticista, acuñó hacía 1920 balompié -un calco del inglés con aire afrancesado-, admitido hace poco por la Academia en su 19ª edición). La Academia también terminó por aceptar la alternancia pijama-piyama, aunque con preferencia por la forma peninsular: en España, por la seducción de la grafía, son partidarios imperturbables del pijama; Hispanoamérica, más fiel a la pronunciación original (la voz ha llegado a través del francés o del inglés), prefiere decididamente el (o la) piyama. En cambio el academicismo está imponiendo, frente al respetuoso restarán, el falsificado restaurante. Sin duda vencerá, pero no convencerá.

La comunicación y las nuevas formas de vida traen inevitablemente palabras nuevas. En Italia ha nacido el appartamento, de donde el francés appartement y el inglés apartment. ¿Cómo hay que llamarlo en español? Lo natural es apartamento, así como al département francés lo llamamos, desde fines del XVIII, departamento. Pero aquí vienen los puristas. Corren al Diccionario de la Academia y no encuentran apartamento.
Entonces sentencian: "No existen. Y como en seguida descubren apartamiento, exclaman: “¡Eureka! ¡Hay que decir apartamiento!" No ven, en su ceguera descubridora, que el apartamiento académico es otra cosa: la acción de apartarse, el lugar apartado y, por extensión, también a veces una habitación recogida en una residencia o en el Palacio Real. En la Argentina y Méjico han optado por el departamento, en España por el piso o el cuarto, denominaciones evidentemente ambiguas, pero el purismo, en Venezuela, Méjico, Puerto Rico y otras partes, libró una heroica batalla a favor del apartamiento. Y ahora la Academia, de nuevo comprensiva, acaba de aceptar el apartamento. ¡Ya existe!

miércoles, 27 de junio de 2012

La lógica de "matrimonio"

Parece que la RAE va a enmendar su artículo sobre matrimonio. Y parece que van a cometer un error lógico. Veamos el artículo vigente (sin las definiciones de frases):
matrimonio.
(Del lat. matrimonĭum).
1. m. Unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales.
2. m. En el catolicismo, sacramento por el cual el hombre y la mujer se ligan perpetuamente con arreglo a las prescripciones de la Iglesia.
3. m. coloq. Marido y mujer. En este cuarto vive un matrimonio.
4. m. P. Rico p. us. Plato que se hace de arroz blanco y habichuelas guisadas.
Teniendo en cuenta los cambios en la legislación de muchos países, hay que reconocer que el matrimonio ya no es exclusivamente la "unión de hombre y mujer". La RAE, entonces, elabora lo siguiente:
matrimonio.
(Del lat. matrimonĭum).
1. m. Unión de hombre y mujer, concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses.
2. m. En determinadas legislaciones, unión de dos personas del mismo sexo, concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses.
3. m. En el catolicismo, sacramento por el cual el hombre y la mujer se ligan perpetuamente con arreglo a las prescripciones de la Iglesia.
4. m. Pareja unida en matrimonio. En este cuarto vive un matrimonio.
5. m. Am. Fiesta o banquete con que se celebra un matrimonio.

Antes de comentar el problema principal, unas dudas periféricas. Las personas ignorantes pensamos que en la RAE cada cambio tiene una justificación precisa, producto de un debate entre sabios, que seguramente se registra en actas para el caso de que, si se propone una nueva enmienda en el futuro, la argumentación tenga un punto de partida. Por eso resulta admirable la espontaneidad con que se incorporan y desincorporan cosas en los artículos, y resulta comprensible también la sospecha de que algunos de esos cambios sean ocurrencias de la mecanógrafa. 

Sobre el cambio de la acepción 3 del primer artículo no hay nada que objetar, la necesidad de la modificación es bastante clara: "pareja unida en matrimonio" sustituye con ventaja al más bien casero "marido y mujer".

¿Qué pasó con el arroz y las habichuelas? ¿Ya no lo comen en Puerto Rico o ya no lo llaman así? Y si lo han quitado por prescindible, ¿lo harán en otros casos análogos? La consistencia de criterios es uno de los rasgos menos visibles en el DRAE.

En último lugar, se añade el uso de la palabra para referirse a la fiesta asociada al acto de matrimonio, estampándole un Am. generalizante. Aquí el problema puede estar quizás en la interpretación de este marcador. Puede ser que Am. signifique "en algunos sitios de América", y no "en toda América", como pensamos ingenuamente. A mí me consta que en Venezuela se usa "matrimonio" en el sentido apuntado aquí, pero también me consta que no se usa en Argentina, por ejemplo. Debe ser incómodo indicar usos parcialmente americanos, esto es, propios de partes de América. Habrá cosas que se digan con el mismo significado en toda la América de habla hispana; otras, en algunos países; otras, en la mayoría (y habría entonces que indicar las excepciones). Se trata de una dificultad que no puede manejarse a la ligera y exige el proyecto de un diccionario de americanismos serio.

Por último, el fallo principal. Está claro que "matrimonio" no puede ser ya sólo "unión de hombre y mujer", toda vez que la legislación de muchos países admite uniones entre personas del mismo sexo. Esto justifica que se haga una enmienda importante acerca del alcance del término hacia un sentido más general. Sin embargo, con bastante inconsecuencia, en la enmienda se mantiene la acepción original de matrimonio como unión heterosexual (como primera acepción) y se añade (como segunda) el significado de "unión homosexual". Si lo primero puede ser visto como una concesión a los tradicionalistas, lo segundo es un error sin paliativos. En ninguna legislación se usa "matrimonio" para designar a la "unión entre personas del mismo sexo" (cabría preguntarse en ese caso cómo llamarían a las uniones heterosexuales). Lo que ha querido decirse probablemente (ya no podemos estar seguros de nada) es que en algunas legislaciones el matrimonio es la unión entre dos personas con independencia de su sexo: esto es, lo que antes se tomaba como universal (la unión heterosexual), ahora debe tomarse como particular (al igual que la unión homosexual) dentro de la nueva forma universal (la unión de dos personas, a secas). Otra manera de expresarlo -poco elegante pero correcta- hubiera sido decir, por ejemplo, "en determinadas legislaciones, dícese también de la unión de dos personas del mismo sexo..."

El error es lógico, y no hay que perder de vista que los diccionarios, como instrumentos regulativos, tienen una estructura más lógica que literaria. 


New Law Restricts Age For Marriage In Louisiana | WWNO

martes, 29 de mayo de 2012

Borges

A continuación transcribo algunas entradas del diario de Bioy Casares publicado con el título Borges. Se trata de comentarios de Borges, sobre el idioma, sobre literatura, sobre escritores. Son de una franqueza que no se encuentra en las conciliadoras opiniones que solía dar en las entrevistas. Vale la pena compartirlas, aunque no se se suscriban, o aunque no se suscriban todas o no se suscriban del todo.
Según Borges: Error de un conferenciante, o La filosofía y la ciencia; o La retórica vencida por la verdad: «¿Que ocurriría en el mundo si no existiera el español?» —preguntó, inspirado, el orador; Borges contestó en seguida: «La gente tendría que hablar en otros idiomas».

Afirma que en Chile llaman bachicha a todo italiano; no como aquí, donde bachicha es el genovés, nápoles el napolitano. Gringo, para ellos, es término afectuoso. «A los españoles agresivamente los llaman coños. No me atreví a preguntar cómo nos llaman a nosotros... Nos odian bastante. Así como nosotros creemos que seriamos más felices con las Malvinas, ellos piensan que serian felices con la Patagonia.»

Voy a un cocktail de La Prensa a sus colaboradores, por el centenario de su fundación. Encuentro a los Bietti, a Alicia Jurado, a Bernardo González Arrili, a Giusti, a los Santos Gollan, a Ghiano, a Villordo, a Bonomi, a Borges, a Peyrou. Dice Borges, después: «No hay mayor error que llamar intelectuales a los escritores».

Un profesor de la Universidad es miembro del jurado en un concurso para la cátedra, donde trata de favorecer a fulanita Monner Sans y de hundir a Raquel Bengolea. Después de una de las reuniones del jurado, se encuentra en los pasillos de la Facultad con Raquel Bengolea y la conforta: «Nuestro asunto va muy bien» (nótese el admirable uso del posesivo en plural). En la reunión del jurado, este profesor dice: «Es claro, uno se rinde ante una persona que lleva el tradicional apellido de Monner Sans». BORGES: «Yo seré muy reaccionario, pero para el snobismo prefiero el nombre de Bengolea».

Habla de frases populares: «Pasa una pareja. Los malevos de la esquina le dicen a la muchacha: "¡Solita!". Una fórmula perfecta. ¿Cómo la habrán inventado? Primero la habrán dicho cuando veían a una chica sola; después habrán descubierto que podían emplearla para insultar al acompañante. ¿Quién la habrá inventado? Eso nunca se sabrá; sin embargo, algo se sabe: que no son los que la dijeron. Los inventores serán parecidos, iguales, pero otros».

Dice que Marasso propuso en la Academia que se recogiera la lección de la Academia Española y que se adoptara la forma fraque. Borges contestó: «No hay motivo para que nos hagamos solidarios de la incapacidad de los españoles para pronunciar algunos sonidos».
«El único aporte de España a la cultura de Occidente es el galicismo». 

«Sabato se mostro muy cordial. Le dije: "Me gustaría que entrara en la Academia. Sé que para todo tendremos opiniones opuestas, pero me basta con que usted siembre el caos. La Academia necesita un poco de caos".

BIOY: «¿Sabés que hay gente que dice depre?». BORGES: «Está bien. Parecería que están tan deprimidos que no tienen fuerza para terminar la palabra».

Se admira Borges de que a Nalé Roxlo, en la Academia, sin duda lo elegirán por unanimidad. BORGES: «Yo votaré por él: bueno, por lo menos es un escritor. Ahora van a votar a Nalé y a Mastronardi, el próximo vas a ser vos. ¿Decís "Paso"? Tenés razón. No te imaginás qué ambiente... Peor que EUDEBA. El café con leche es riquísimo, pero yo salgo con remordimiento, porque, después de oír media hora de lectura de Joaquín V. González, me callo en vez de preguntar: "¿Escribió eso cuando era chico o cuando chocheaba?". ¿Giusti es un idiota o un sinvergüenza? Las dos cosas.  

Come en casa Bianco, que me dice de Borges: «Mirá que es loco. Aquí pasan por locos Macedonio y Arlt. Son loquitos. El verdadero loco es Borges». 
(Más fragmentos en: http://lanavajadeempedocles.blogspot.com.es)



 

sábado, 10 de marzo de 2012

Ex


Las nuevas normas de ortografía de la RAE han resultado activamente controvertidas. Tanto, que hasta el académico Marías (http://elpais.com/diario/2011/01/30/eps/1296372420_850215.html) las discute. De todas las modificaciones, la que me resulta más inquietante, por su agresividad gráfica, es la relativa al adjetivo o prefijo "ex", con el significado que tiene en fórmulas como "ex marido", "ex primer ministro", etc. 

No es fácil encontrar el texto de estas normas. Las que ofrece la paupérrima versión on line del Diccionario Panhispánico de Dudas no se puede saber de cuándo datan, porque se indica que la primera edición es del 2005 pero se advierte que está en proceso de adaptación, y no he podido hallar nada mejor que informaciones de segunda mano, como las de la Fundación del Español Urgente (institución patrocinada por la agencia EFE y el BBVA). Según pudimos comprobar gracias al "caso Soca", la Academia y sus brazos editorial-financieros son muy escrupulosos guardando los contenidos de sus obras; no es casual entonces que no tengamos acceso a las fuentes originales. El criterio RAE antiguo era el siguiente:
ex. (de ex, prep. lat.) 
1. adj. Que fue y ha dejado de serlo.
2. com. Persona que ha dejado de ser cónyuge o pareja sentimental de otra.
"Ex", en la primera acepción, es un adjetivo; en la segunda, un nombre (neutro en cuanto al género). Cabría observar que como adjetivo es un tanto anómalo, ya que no admitiría posponerse al sustantivo que modifica ("ex marido", pero no "marido ex"). Es una partícula separada, pero poco independiente. Curiosamente, en el Panhispánico de Dudas (integrado on line al DRAE, de donde proviene lo anterior y con el cual debería estar de acuerdo) el enfoque es diferente:
ex. 1. Prefijo autónomo de valor adjetivo, procedente de una preposición latina, que se antepone a sustantivos o adjetivos con referente de persona para significar que dicha persona ha dejado de ser lo que el sustantivo o el adjetivo denotan. Se escribe separado de la palabra a la que se refiere, a diferencia del resto de los prefijos, y sin guion intermedio: «Mi hijo no se fue solo, sino con su padre y mi ex suegra» (Díaz Piel [Cuba 1996]); «El ex alto cargo de Obras Públicas aseguró que con su misiva solo pretendía agilizar procedimientos administrativos» (Mundo [Esp.] 5.10.96). No se recomienda su empleo antepuesto a sustantivos o adjetivos referidos a cosas: «Presidenta del comité de mujeres de esta república ex soviética de Asia Central» (Mundo [Esp.] 23.8.95); «Las mayores incertidumbres las plantea la ex URSS» (Puyol Migraciones [Esp. 1993]). En ese caso es preferible el uso de adjetivos como antiguo, anterior, o de adverbios como anteriormente: esta antigua república soviética, esta república anteriormente soviética, la antigua URSS. Se escribe siempre con minúscula, aun cuando acompañe a sustantivos escritos con inicial mayúscula. No debe confundirse con el prefijo inseparable ex- (‘fuera’).
Se escribe igual, pero ahora es prefijo, y además, "autónomo". Una autonomía relativa. Parece que esa inconsistencia es lo que molestaba a los humoristas de la Academia y por eso decidieron que había que acoplarlo con el elemento que modifica. El resultado es una serie de palabras curiosas como exfutbolista, exesposa, exjuez, exalcalde, y algunos homónimos nuevos como exactor (recaudador de impuestos y ex histrión) o expreso (explícito y ex presidiario). Un problema más grave aún sería la distorsión lógica que se produciría con los compuestos como "primer ministro" o "director ejecutivo". Esta dificultad se me hizo patente al leer una noticia sobre el general Noriega, al que se referían como el "exhombre fuerte de Panamá". Aquí "ex" parece modificar sólo a "hombre", de manera que se nos induce a pensar en un ex hombre (sea esto lo que sea) al que se caracteriza por su fuerza. También encontramos "el exministro y exalto representante de la Unión Europea Javier Solana" (http://www.europapress.es/nacional/noticia-personalidades-politicas-allegados-acuden-capilla-ardiente-peces-barba-20120725082010.html). Sin embargo, felizmente, de algún lugar ha salido una norma general para los prefijos que permite superar el inconveniente:
prefijos (escritura)
Los prefijos se escribirán unidos a la base léxica cuando esta consta de una sola palabra y separados cuando sean más: exministro, vicepresidente, antivirus, ex capitán general, pro derechos humanos, etc. (http://www.fundeu.es/resultados-busqueda.html)
 No sé de cuándo es esta regla pero los periódicos no están muy seguros sobre ella:
«No tienen fundamento». Eso declaró ayer el ex primer ministro islandés, Geir H. Haarde, en el juicio que comenzó ayer en su contra. (ABC, 6-3-2012)
El exprimer ministro islandés Geir H. Haarde afronta hoy el inicio del juicio en el que se le acusa de negligencia (El País, 5-9-2011)
Islandia se ha arrogado el mérito de ser el país pionero en sentar en el banquillo de un tribunal a un exprimer ministro (El Periódico, 6-3-2012)
Como consecuencia de la confusión que nos producen las decisiones de la RAE, institución a cargo de humoristas gráficos, periodistas o actores (ya es hora de que se incluya algún mediocampista), uno necesita elaborar algunas meta-reglas acerca de como conducirse con respecto a la ortografía, es decir, reglas pragmáticas:
1- Si el usuario del castellano no tiene que rendir cuentas a nadie, escriba con arreglo a las normas que más le gusten (J. R. Jiménez no usaba la "g" y obtuvo el Nobel).
2- Obviamente, si es empleado, siga las normas de su empleador.
3- Si es profesor de castellano en cursos de adultos, enseñe las normas de la RAE con filosofía, o sea, relativizándolas.
4- Si es maestro de primaria y tiene escrúpulos, enseñe matemáticas.





martes, 6 de marzo de 2012

La discriminación lingüística

Desde hace un tiempo hay un debate abierto sobre algunas características del castellano que manifiestan discriminación hacia la mujer. Se trata de las referencias genéricas que solemos hacer empleando la forma del masculino: se supone que no debemos decir, por ejemplo, "los españoles votaron al PSOE" (porque si lo hacemos la gente va a entender que nos referimos sólo a los hombres) deberíamos decir mejor "los españoles y las españolas votaron al PSOE". En algún lugar se alegó que una niña en la escuela no había comprendido una instrucción dirigida a "los alumnos", porque creyó que se hablaba solamente a los varones. A mí me parece que si esto no es una broma de la niña, es probable que la discriminación lingüística no sea el más grave de sus problemas. 

No creo que ningún hablante del castellano tenga dificultad para distinguir los casos en los que se habla de todo el grupo de aquellos en los que se habla sólo del sector masculino. La alternativa de adjuntar paritariamente la referencia a los hombres con la referencia a las mujeres es menos económica y puede dar lugar a casos extraños. ¿Cómo hablará de sus hijos una madre de dos varones y una chica? ¿"Mis hijos y mis hijas"? ¿"Mis hijos y mi hija"? ¿"Pedro, Juan y María"? Por otra parte, ¿se nos permitirá al menos el machismo zoológico, o tendremos que hablar, legos y especialistas, de "leones y leonas", "pájaros y pájaras" o "lechuzas y lechuzos".

Quienes se preocupan por el machismo en el idioma podrían exigir una revisión de los géneros asignados a ciertos objetos o conceptos. "Sol", objeto que brilla con luz propia, es masculino, y "Luna", satélite opaco y nada brillante, es femenino. Entre los abstractos, "miseria" es femenino y "éxito" es masculino. ¿Casualidad?  El debate podría alcanzar proporciones surrealistas.

En muchos casos el problema no debería plantearse. Por ejemplo, cuando se habla de jueces. Si bien el plural sigue funcionando con el mismo artículo masculino ("los jueces", con significado genérico), no habría problema en decir "el juez" y "la juez" según el caso, sin alterar el sustantivo singular. No obstante, hay que decir "jueza". Lo mismo con los participios: bastaría con "el presidente" y "la presidente"; lo que se exige, sin embargo, es "presidenta".

Una cosa curiosa es el hecho de que esta discusión corra por cuenta de filólogos, aunque hacen más ruido siempre los políticos. Lo que uno se pregunta es si no deberían hablar del asunto los psicólogos y las psicólogas o los antropólogos y las antropólogas, ya que el supuesto básico es que los patrones de opresión lingüística se relacionan con estados de cosas análogos en la conducta de las personas, hipótesis que no tiene nada que ver con la filología. Algunos parecen pensar que el machismo social concreto es causado o propiciado por estos patrones del lenguaje. La idea es absurda, pero es lo único que daría sentido a esta "depuración" que se pretende, porque, si la cosa es al revés, si es el machismo real el que da lugar a un reflejo verbal, lo oportuno sería luchar directamente contra él y no contra sus supuestas consecuencias.

Lo cierto es que estas discusiones e investigaciones suponen un medio de vida para más de un académico y académica, financiados con partidas provenientes de presupuestos oficiales. Cabe esperar que siendo tan absurdos los argumentos y tan pobres los motivos, el asunto no prospere fuera de las poses de algun@s progresistas, la mayoría supongo que seguiremos hablando y escribiendo en este castellano patriarcal y políticamente incorrecto.






miércoles, 22 de febrero de 2012

Controversial

Otra palabra que se califica como americanismo:
controversial.
1. adj. Am. controvertido.   

Como se ve, la RAE no da muchas explicaciones. Es probable que "controversial" sea una influencia del inglés, y ya se sabe  que se ve muy feo que tomemos palabras del inglés, como "computadora" (cuando podríamos tomar "ordenador", del francés, como se hace en España). Sin embargo "controversial" tiene dos ventajas para su uso legítimo. Una es de tipo lógico: lo controversial sería potencialmente polémico, mientras que lo controvertido lo es actualmente. Algo que nos proponemos hacer puede ser controversial, pero no controvertido porque, obviamente, no ha dado lugar aún a controversia. 

La otra ventaja es de linaje. Buscando la palabra en el diccionario de inglés nos encontramos con la siguiente información:

Origin:
1575–85;  < Late Latin contrōversiālis,  equivalent to Latin contrōversi ( a )
controversy  + -ālis -al1
Esto debería autorizar un uso no discriminado (es decir, no considerado como americanismo) de la palabra, tan digna de ser incorporada al léxico del castellano universal como "gilipollas", "cachondo" o "chorrada".

martes, 21 de febrero de 2012

Categorías del castellano

La taxonomía de las palabras del castellano es compleja. A la relación entre el castellano universal (las palabras que usamos todos) y los castellanos locales (locales respecto a los países, si no queremos entrar en niveles regionales) hay que vincular las categorías de lo coloquial y lo culto, que se combinan con las categorías de lo usado y lo desusado. Solemos protestar por el abuso que supone de parte de la RAE atribuirnos a todos los hablantes los coloquialismos peninsulares. Sin embargo, cabe considerar también un grupo de peninsularismos no coloquiales. Transcribo aquí observaciones del hispanista Günther Haensch, de la Universidad de Augsburgo, con algunos pocos ejemplos.

5.4.1.8. Peninsularismos

Aunque se ha negado la existencia de los peninsularismos, es decir, de palabras que se usan sólo en España y no se usan ni se conocen en ningún país de América, la lista siguiente que seguramente podría alargarse, prueba que existen. En el fondo deberían llevar la marca Esp (=España) en los diccionarios, lo cual hacen muy pocos diccionarios bilingües.